A lo largo de mi vida siempre he escuchado la frase ‘‘una mirada vale más que mil palabras’’, una oración que la gente pronuncia de manera inconsciente pero que tiene un alto sentido de realidad.

La mirada, los gestos, los movimientos de las manos y brazos, la postura, la risa, las expresiones faciales, el tono, la velocidad, todo lo que hacemos a través de nuestro cuerpo comunica algo, un mensaje que muchas veces contradice lo que estamos diciendo verbalmente.

En clases de Taller de Oratoria, conocí la regla 55-38-7 de Albert Mehrabian, donde él cita como está dividida la comunicación humana, atribuyéndole solo 7% a las palabras, 38% al tono de voz y 55% al lenguaje corporal.

Al momento de expresarnos, la gente no nos escucha por lo que decimos, sino por lo que somos capaces de transmitir. La comunicación no verbal nos da el poder de decir sin hablar y llegar donde las palabras jamás podrían.

El lenguaje corporal es un camino de doble vía, puede ayudarnos en nuestras relaciones personales y laborales o puede troncharnos el camino; por eso al momento de comunicar no solo debemos analizar nuestras palabras, también esas microexpresiones que nos delatan, pero ¿cómo llegar a ese punto de autocontrol en nuestro cuerpo? Se trata de conectar la emoción de lo que estamos pronunciando con nuestras expresiones corporales y faciales.

Hay muchas técnicas que aprendí en mi clase, algunas de ellas son:

  1. Practicar lo que vamos a decir frente al espejo para así poder ver los movimientos que hacemos y que estamos transmitiendo a través de nuestro rostro.
  2. Ejercicios de postura. La forma en que nos paramos y caminamos, dice mucho sobre nuestro nivel de confianza.
  3. Hablar con firmeza y transmitir seguridad, esto lo podemos lograr ubicando puntos estratégicos en el escenario o no mirando fijamente a las personas; también desplazarnos sutilmente en el marco.
  4. No hacer movimientos gestuales y corporales exagerados, ni quedarnos estáticos.
  5. No hablar de lo que no sabemos.
  6. Ser sinceros con lo que comunicamos.

Ser conscientes de que el lenguaje no verbal forma parte de la comunicación, nos ayuda no solo a dominar el arte de hablar en público o a comunicarnos de manera efectiva con nuestro entorno, también nos permite desarrollar la escucha desde la compresión y la empatía.

Recuerda que así como educamos la voz, hay que educar el cuerpo, para que exista una relación entre este y la expresión.

«Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice». – Peter F. Drucker

 

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