Actualmente estamos en un tiempo de una exagerada productividad y estar muy conectados. Pareciera que estar ocupados de manera permanente es sinónimo de éxito y de autoestima. ¿Qué estamos comunicando constantemente cuando nos mostramos ocupados, aunque no lo estemos?

Especialmente las redes sociales, algunos libros de autoayuda y discursos motivacionales nos dicen con sus mensajes que debemos ser más productivos, estar ocupados y en constante movimiento. De hecho, se le ha dado una connotación de estatus.

El trabajo incansable o la cultura del hustle ha infiltrado, especialmente en las últimas dos décadas, nuestra sociedad. Nos han vendido la idea y la hemos comprado de que debemos estar siempre haciendo algo o estamos desperdiciando nuestro tiempo.

Este prejuicio y hasta ofuscación con estar ocupados afecta nuestra salud mental y física y hasta distorsiona nuestra percepción de lo que realmente significa ser productivo.

Ser productivo implica utilizar de manera eficiente y eficaz los recursos disponibles, como el tiempo, la energía y las habilidades, para lograr resultados deseados o metas específicas.

No se trata únicamente de hacer muchas cosas, más bien de hacerlas correctas aportando valor y contribuyendo al progreso personal o profesional. La productividad se mide por la calidad y el impacto de los logros, no solo por la cantidad de tareas completadas.

Erradamente muchos estamos comunicando al mundo, y a nosotros mismos, que el valor de una persona se mide por su nivel de ocupación, no por la calidad de su trabajo o su bienestar.

Mostrar siempre una agenda llena puede ser una forma de proyectar éxito y competencia. En un mundo donde la imagen es clave, parecer ocupado puede dar la impresión de que somos indispensables, importantes y exitosos. Es una forma de autoafirmación que busca la validación externa. Pero esta fachada puede ser engañosa.

Lamentablemente muchos, engañándose asimismo y a los demás, llenan su tiempo con actividades para evitar sentirse inútiles o no sentirse fracasados.

La autenticidad es la cualidad de ser genuino, verdadero y fiel a uno mismo. Implica actuar de acuerdo con los propios valores, creencias y sentimientos, en lugar de conformarse con las expectativas externas o tratar de ser alguien que no sé es.

Ser auténtico significa mostrarse tal como uno es, sin pretensiones ni máscaras, y ser honesto tanto con uno mismo como con los demás. La autenticidad fomenta relaciones más profundas y significativas, ya que se basa en la transparencia y la integridad.

Al mostrarnos siempre ocupados, también estamos sacrificando nuestra autenticidad. Estamos comunicando una versión de nosotros mismos que puede no ser real. La necesidad de aparentar que siempre estamos trabajando nos impide ser honestos sobre nuestras verdaderas necesidades y limitaciones. Nos obliga a ocultar nuestras vulnerabilidades y a construir una fachada que, a la larga, puede ser perjudicial para nuestras relaciones y nuestro bienestar emocional.

La autenticidad es fundamental para el bienestar. Ser honestos con nosotros mismos y con los demás sobre nuestro tiempo y nuestras prioridades nos permite establecer relaciones más genuinas y significativas. Además, nos libera de la carga de mantener una fachada constante de ocupación.

Salud mental
La presión por estar siempre ocupados tiene un costo significativo en nuestra salud mental. La ansiedad, el estrés y el agotamiento son consecuencias comunes de tratar de mantener una apariencia de ocupación constante. La falta de tiempo para el descanso, la reflexión y la desconexión puede llevar a problemas de salud mental graves.

Nos estamos comunicando a nosotros mismos que el descanso es un lujo y no una necesidad, que el tiempo libre es una señal de pereza y no de equilibrio. Esta mentalidad puede llevar a un ciclo de agotamiento y deterioro de la salud mental que, en última instancia, afecta nuestra productividad y calidad de vida.

Es crucial redefinir lo que significa ser productivo y exitoso. El equilibrio entre el trabajo y el descanso es esencial para una vida saludable y satisfactoria. Del mismo modo que se valora estar ocupados, valoremos el tiempo de inactividad, la reflexión y el descanso. Estos momentos son vitales para la creatividad, la innovación y el bienestar general.

Comunicar una vida equilibrada y auténtica es más saludable, más sostenible, más productivos a largo plazo y mantiene relaciones más saludables y significativas.

En lugar de medir nuestro valor por lo ocupados que estamos, deberíamos centrarnos en la calidad de nuestras experiencias y logros. El éxito no se trata de cuánto hacemos, sino de cómo lo hacemos y cómo nos sentimos al respecto. Se trata de encontrar un propósito y un equilibrio que nos permita disfrutar de la vida en todas sus dimensiones.

La verdadera productividad no se mide por la cantidad de horas que trabajamos, sino por la calidad y el impacto de nuestro trabajo. Al aprender a priorizar y gestionar nuestro tiempo de manera efectiva, podemos ser más productivos y al mismo tiempo mantener un equilibrio saludable.

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