Todos anhelamos desde nuestro interior convertirnos en seres productivos en todo el sentido de la palabra. Desde lo más profundo, yace la esperanza y la idealización de seguir el camino correcto.
Algunos lo ven desde una óptica y lo describen como una forma de asegurar un futuro donde el estrés no los invada, donde exista un buen flujo de efectivo y, sobre todo, donde puedan disfrutar la vida que siempre han considerado merecer y por la que han trabajado. Una vida donde las sonrisas y carcajadas sean el pan de cada día, donde las expresiones de amor y dulzura sean el alimento, y las aventuras espontáneas y sutiles, la cena de descanso.
Pero ahora debemos plantearnos las siguientes interrogantes: ¿Estoy invirtiendo mi tiempo de forma productiva? ¿Acaso estoy trabajando para alcanzar esa vida que creo merecer? ¿Cuándo voy a comenzar a vivirla? ¿Dónde la viviré? Dichas respuestas pueden causar muchas dudas y cuestionamientos sobre si estamos haciendo todo lo necesario para cumplir nuestros deseos futuros.
Voy a citar el pensamiento de uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana, Henry David Thoreau, que dice: “No es suficiente estar ocupado; también lo están las hormigas. La pregunta es, ¿en qué estamos ocupados?”.
Muchos creen que cumplir muchos roles en la vida, como ser hija, esposa, madre y amiga, y tener una presencia breve en cada uno de ellos, es ser productivo en su máxima capacidad. Más aún, si se atiende el hogar y se trabaja, este nivel, en el caso de mujeres o hombres, se conoce como “SuperMamá/SuperPapá”.
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Todo lo mencionado anteriormente es un claro ejemplo de las habilidades y capacidades que puede desarrollar un ser humano si se lo propone. Muchas de estas habilidades surgen de la necesidad o el deseo de dar lo mejor de uno mismo.
A través de un artículo publicado en 2011 por la revista ForceManager, se explican claramente 10 hábitos de las personas productivas, definiendo la productividad como “algo que se puede entrenar a través del establecimiento de rutinas y hábitos concretos”.
Ser una persona productiva no significa hacer muchas cosas a la vez en el menor tiempo posible, ni ser la más atenta en cada momento que se presente. Ser productivo es saber identificar las prioridades en la vida, organizar la agenda diaria y ser disciplinado con ella. Es entender que el tiempo no es un delimitador de efectividad, ser enfocado y minucioso con lo que se hace. Donde menos es más, después de haber dedicado horas diariamente a aprender algo que, con el tiempo, solo te cueste segundos realizar.
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A muchos ciudadanos les resulta incómodo negarse a ayudar a sus seres queridos cuando lo solicitan y terminan aceptando hacerlo, aunque esto influya en su proyecto personal de crecimiento. Otros lo tachan como un acto de mala fe y falta de educación, cuando nunca debería evaluarse de esa forma. Debemos ser egoístas con nuestros objetivos, pero nunca aislarnos de la sociedad. Aprender a delegar funciones cuando sea necesario, siempre y cuando estas sean supervisadas, es una forma de ser productivo y contribuir al bien común de los demás.
Según Paul Rulkens, autor de The Power of Preeminence, “El alto rendimiento empieza por una mentalidad que se traduce en las cosas que haces”.
Donde el conocimiento está anclado en el orden, la prioridad, la delegación y el trabajo en equipo. Por lo tanto, te recomiendo tomar acción, diseñar tu plan estratégico a corto, medio y largo plazo, administrar tus ganancias y concretar tu plan de vida a futuro. De esta manera, podrás descansar plenamente cuando lo desees. Además, recuerda que siempre es bueno tener un plan B.
