Si de algo me han servido los años que se van sumando a mi calendario ha sido lo aprendido que estos van dejando. Sí, aprender y en mayúsculas para que quede grabado en cada neurona. Es común escuchar las quejas o tristezas que provoca el pasar de los años, ese sentimiento agridulce que deja el «envejecer».

No nos detenemos a valorar el aprendizaje que han dejado esos años que sumamos, ni tampoco valoramos lo vivido hasta la fecha y ni hablar de las alegrías y las personas que han tocada nuestro corazón. No me cansaré de escribir sobre este tema porque veo a tanta gente a mi alrededor «sobreviviendo» y no «viviendo». Nos cuesta aceptar que hay verdes y maduras, dulces y amargas, alegrías y tristezas… y que todas ellas hacen de nuestro coctel, una bebida digna de tomar, disfrutar y recargar.

Si no lo has logrado visualizar así, es tiempo que tomes un respiro para dar valor a tu vida. Esa que cada día vives al despertar. Es tiempo que tomes las riendas, decidiendo y accionando. No se puede vivir solo decidiendo y nada de acción ni tampoco accionar sin ningún ápice de conciencia. El uno complementa al otro, es una relación ‘sine qua non’.

Los aprendizajes son el proceso a través del cual podemos modificar y adquirir  habilidades, destrezas, conocimientos, conductas y valores… forma parte integral de nuestras vidas, de nuestro ser. Sucede aún cuando no quisiéramos aprender nada de él. Está ahí, intangible, sujeto a nuestro deseo y decisión de verlo, asumirlo y aceptarlo.

Como seres humanos tenemos que abrazar el aprendizaje. Verlo con los ojos de la aceptación y valoración… si aprendemos a ver y evaluar las cosas que nos pasan desde la óptica del aprendizaje y ver lo valioso que puede ser para nosotros hacerlo rutina, tal vez no tendríamos que repetir la tan gastada frase «trompecé de nuevo con la misma piedra».

Hay aprendizajes que valen su peso en oro. Tengo muchos de ellos. Mi maleta está repleta y en sobrepeso. He aprendido a coleccionarlos y valorarlos como las obras de arte más valiosas que se pudieran tener. Aquí te dejo mis cinco imperdibles:

  1. El mundo es como es, pero con mis acciones puedo ayudar a que sea un mejor lugar para vivir. Granito a granito.
  2. No puedo cambiar a las personas, pero si puedo cambiar yo, transformarme y dar siempre mi mejor versión a los demás.
  3. Ser amable de manera indiscriminada no se finge, se vive, se practica y se trasmite desde la esencia misma del ejemplo. Desde el corazón.
  4. Mis decisiones son mías y, por ende, mis consecuencias también. No puedo culpar a terceros por las cosas que me suceden o dejan de sucederme.
  5. Ante las adversidades, lo único que puedo hacer es asumir que están fuera de mi control, aceptar las que no puedo cambiar y mejorar las que si puedo… y siempre, pero siempre, ponerme en pie y seguir adelante.

Hay muchas más y tal vez más valiosas que esas, pero hoy mi corazón y mente se pusieron de acuerdo para que les pueda compartir estas. La pregunta del millón es ¿haz identificado cuales son esos aprendizajes que hacen la diferencia en tu vida? Si no lo haz hecho, es tiempo de hacer la tarea.

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí