Por Alberto Caminero/ caminero.alberto@gmail.com
Los partidos deben reflexionar sobre la falta de institucionalidad en que se han desenvuelto en este proceso electoral, debido a que no ha habido democracia interna para elegir sus autoridades y los candidatos a cargos electivos, y están perdiendo la credibilidad en los electores.
Los dirigentes políticos no han demostrado en el último año ser ejemplo en la sociedad como referentes democráticos, por el tollo de sus convenciones, el feo espectáculo del transfuguismo que protagonizaron legendarias figuras de las fuerzas políticas y el festival de alianzas disímiles concretizadas por las cuatro principales organizaciones políticas.
El transfuguismo se dio no con interés de buscar mejores opciones para el electorado, sino para saciar apetencias personales en cargos electivos. La candidatura que no se consiguió en un partido, labuscaron en el contrario, quienes eran recibidos como botín de guerra y sus protagonistas juramentados como héroes.
El PRD y el PLD se aliaron, mientras pactaron el PRSC y el PRM, partidos que tradicionalmente sus dirigentes se han enfrentado, pero que en este proceso electoral atípico buscaron unirse en propósitos electorales.
Pero también fue atípica la forma en que se reformó el año pasado la Constitución para permitir la reelección del presidente Danilo Medina, donde se doblegaron voluntades.
Atípico es el alto porcentaje de aceptación del presidente Medina, incluso hasta esta fecha, que las encuestas le dan más de un 60 por ciento de simpatías, señal de que el Mandatario ha conectado con la población por su forma diferente de gobernar, su frugalidad y la forma de cómo desmitificó la figura del Presidente.
Todavía en la República Dominicana los partidos políticos siguen teniendo fuerza decisoria, sin embargo, hay que reconocer que en los últimos años los partidos han experimentado un deterioro preocupante, debido a las insatisfacciones de la población en políticas públicas durante los cuatrienios que les ha tocado gobernar, donde la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor, sin dejar de reconocer que en materia de infraestructuras hemos avanzado bastante.
No están en crisis en la República Dominicana, contrario al colapso de ese sistema en muchos países del continente, pero sin duda tenemos en nuestras fuerzas políticas un grave problema de falta de credibilidad, y el sistema deberá ser fortalecido para evitar el invento de gobiernos de figuras sin arraigo político.
Retos de los partidos
Retomar las ideologías, eliminar la mala práctica del clientelismo y la renovación de sus cúpulas son de los grandes retos que enfrentan en la actualidad los partidos políticos, cada vez más cuestionados por los sectores sociales.
Con los líderes del pasado siglo XX se fueron las ideologías y el pragmatismo ha tomado cabeza, donde las bellaquerías, incluso a sus propios compañeros de partido, es como una serpiente que devora a sus presas.
La socialdemocracia, socialcristianismo y la izquierda son ideologías que se ven en letras muertas de los periódicos o tratados, pero que en la República Dominicana han desaparecido del ejercicio de los políticos.
Esas corrientes solo existen en los estatutos de los partidos, pero son inexistentes en la mente de sus líderes. Pero además, las fuerzas políticas dominicanas tienen el reto de renovarse en su liderazgo, debido a que en su gran mayoría sus cúpulas lucen obsoletas, con dirigentes al frente de esas organizaciones con más de 20 y 30 años enquistados en las cúpulas, sin darles paso a liderazgos jóvenes.
Desde el pasado siglo los partidos adolecen de crear liderazgos de relevo y se pone como ejemplo a Juan Bosch, en su Partido de la Liberación Dominicana (PLD); Joaquín Balaguer, en su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y José Francisco Peña Gómez, quienes en su desaparición física no tenían preparado herencias políticas y los dirigentes tuvieron que, mediante el canibalismo, abrirse paso, creando crisis entre sus dirigentes.
La credibilidad frente a los electores es cada vez menor, debido a que los principales partidos dominicanos han gobernado la nación, pero cuando han estado en el ejercicio del poder no han resuelto los principales problemas del país, pero sobre todo no han cumplido hacer aprobar una ley que sirva para controlarlos.
Estos partidos han implementado el clientelismo, dando paso a nóminas o privilegios a aquellos que venden su conciencia, lo que se eliminaría con la aprobación de la ley de partidos y la reforma a la Ley Electoral, que es uno de los grandes retos para adecentar el ejercicio político dominicano.
A pesar de que los partidos PRD y PLD, controlaron el congreso en los períodos 2002-2010 el primero, y 2010- 2014 el segundo, la ley de partidos tiene 12 años engavetada entre el Senado y la Cámara de Diputados, perimiendo sin que sea sancionada.
Otro de los graves problemas que hemos tenido en los últimos 14 años, y que es un reto latente para los partidos, es evitar que los presidentes y sus fuerzas políticas cambien la Constitución de la República como un traje a la medida, para adecuarla a sus intereses particulares, como fueron los casos de los expresidentes Hipólito Mejía, en 2002, y Leonel Fernández en 2010.
Hipólito reformó la Carta Magna para permitir repostularse, eliminando la no reelección y agregar una reelección y nunca jamás, como ocurre en los Estados Unidos.
Sin embargo, Fernández se reeligió con esa Constitución en 2008, pero al salir joven del poder, reformó la Carta Magna, incluyendo la no reelección, no se repostuló en 2012 para resolver una crisis interna y dar paso a Danilo Medina, pero esa reforma le permite regresar en 2016 o en 2020.
El país requiere de líderes responsables, de partidos políticos que hagan causa común con los anhelos de sus militantes y simpatizantes, que se conviertan en organizaciones que preparen a sus jóvenes y mujeres en las escuelas de cuadros, que les doten de las herramientas de las ciencias políticas para lograr una democracia participativa y garantizar el fortalecimiento de las instituciones.
Para que los partidos contribuyan a mejorar la democracia, donde los líderes sociales y comunitarios estén en igualdad para buscar las posiciones en los partidos y en el sistema político, se hace necesario una ley de partidos en los regule.