Los influencers están de moda y se han adueñado de las marcas. La mayoría de las empresas los ven como un activo necesario para llegar a sus públicos, lograr un mayor posicionamiento en el mercado y mostrar de una forma más orgánica las iniciativas en curso o los productos que comercializan.
A los influencers se les suman los micro influencers, que son actores que se encuentran en las plataformas sociales y que, a pesar de que no poseen millones de followers como los primeros, concentran comunidades que se fundamentan en el valor añadido y en la fidelidad.
A estos dos se les adhieren los Youtubers, quienes son utilizados desde hace aproximadamente un año, y que permiten que empresas que crean y distribuyan artículos de belleza y cuidado personal puedan mostrar de una forma más efectiva la funcionalidad de cada uno de sus productos. Incluso, la industria de juguetes también los requiere para llegar al público infantil y a sus padres.
Las celebrities o celebridades también se contemplan dentro de las estrategias de marca, sobre todo cuando se trata de campañas con un alto presupuesto y alcance.
Los embajadores internos
Pero si bien es cierto que los influencers, los micro influencers, los Youtubers y las celebridades ayudan a que las empresas incrementen su nivel de difusión, también es importante que las organizaciones se sienten, hagan una pausa y se pregunten qué están haciendo con sus embajadores internos, es decir, con sus colaboradores. ¿Ellos saben lo que está pasando?, ¿conocen los nuevos productos o iniciativas que la empresa está comunicando hacia lo externo? ¿Tienen ellos la capacidad para replicarlo? ¿Pueden responder con propiedad si se les pregunta? ¿Quiénes son los que se encuentran más comprometidos o identificados con las innovaciones que está llevando a cabo el grupo?
Probablemente las respuestas a estas preguntas sean las mismas: no o quizás, y es preocupante. A pesar de que es importante comunicar a nivel externo los hitos alcanzados por las marcas para incrementar el engagement, el índice de recordación y las ventas, también lo es difundir las iniciativas y acciones a nivel interno a través de un plan de comunicación que toque a todos los colaboradores de la empresa y los convierta en embajadores o Brand Lovers. Esto, sin importar su nivel jerárquico, antigüedad, espacio físico en el que se encuentren y medios de comunicación a los que tengan acceso.
La verdadera estrategia
Una estrategia de comunicación interna dentro de las empresas logra tres cosas: la primera, que los empleados sean los principales entes multiplicadores de las buenas nuevas y los hitos de la organización, utilizando incluso sus mismos perfiles sociales para divulgar la información; la segunda, que los colaboradores se sientan parte de los logros e iniciativas, y la tercera, siendo esta la más importante, que además de ser embajadores sean los primeros defensores ante cualquier situación de contingencia o crisis.
Para lograr que se conviertan en Brand Lovers, así como para crear y ejecutar una buena estrategia de comunicación interna, es importante que la empresa siga una serie de pasos, los cuales deben estar fundamentados en políticas internas que agreguen valor al empleado y que establezcan de antemano cuáles son los valores, los comportamientos y lo que se espera de cada colaborador hacia la empresa y viceversa.
En este sentido, se debe iniciar por definir la razón por la cual se está desarrollando una estrategia de comunicación interna. Este propósito no debe limitarse a mejorar situaciones inmediatas, como, por ejemplo, descontento por una decisión, sino en crear una sensación de inclusión e importancia mediante la difusión oportuna de informaciones a los colaboradores.
Luego, debe realizarse un levantamiento de aquellas herramientas de comunicación que la empresa ya posee y preguntar a los colaboradores si se sienten a gusto con ellas. Lo mismo aplica para los contenidos. De esta manera, podemos medir qué tan efectivas son, qué tan interesantes son los datos que colocamos y por qué línea debemos irnos para alcanzar ese objetivo que nos planteamos al principio. También, el realizar esta investigación ayuda a tomar decisiones drásticas que llevan, incluso, a eliminar herramientas que se usaban en el pasado, pero que ahora no son tan efectivas; como es el caso de las revistas con más de 8 páginas y los newsletters impresos.
Parte integral
Más adelante, y ya con esta data recopilada, se debe determinar cuáles son aquellos hitos que suceden durante el año y que son importantes comunicar a los colaboradores a modo de primicia. En este caso, la difusión de estos contenidos no puede limitarse a un mural, correo electrónico o afiche corporativo, también deben conceptualizarse activaciones que le permitan al colaborador no solo tener conocimiento de las buenas nuevas, sino ser parte de las iniciativas y hasta probar los productos con anticipación.
Para complementar y satisfacer la necesidad del colaborador de conocer más sobre los proyectos de la empresa, es imprescindible no olvidarnos “del cara a cara”. Las personas conectan con las personas y esto es algo que no debemos olvidar. Por eso se deben incluir encuentros cara a cara entre colaboradores de nivel medio y dirección, así como desayunos corporativos.
Finalmente, pero no menos trascendental, ese plan de comunicación interna debe incluir un componente de riesgos y crisis. Los empleados no deben enterarse de situaciones que afectan o que podrían lacerar la reputación de las organizaciones para las cuales trabajan a través de los medios de comunicación. Recordemos que un Brand Lover lo es siempre, incluso en los momentos más complicados, así que apostemos por eso: fomentemos a través de acciones efectivas e inclusivas que no solo los influencers, micro influencers y audiencias en general amen nuestra empresa y marca, sino que también nuestros empleados lo hagan.